Avatar

Es una película de ciencia-ficción. Resulta que un marine en silla de ruedas es enviado a Pandora, un planeta habitado por los Na´vi, unos extraterrestres azules muy parecidos a los humanos. Lo que le hacen al protagonista es conectarlo a unos tubos y crear una especia de realidad virtual en la que, trasmitiendo órdenes a su avatar (un traje elaborado con biotecnología), hace que se asemeje a los de la tribu rara y se gane su confianza (con intenciones científicas y, también, destructivas -hay un mineral muy valioso allí-). El director de Abbys y Titanic, James Cameron (Kapuskasing, Canadá, 1954) reinventa el cine en el sentido de crear unos personajes a medio camino entre los actores y los diseños de ordenador. Además del chico con el que experimentan (Sam Worthington), me gustan los personajes de la doctora inventora del proyecto (Sigourney Weaver) y del coronel que pega zambombazos a diestro y siniestro (Stephen Lang). Dice Cameron: "La técnica del motion capture no tiene tanto que ver con la animación como con la interpretación: aquí es el actor quien tiene el control, porque la imagen resultante integra todos sus movimientos." Un cierto mensaje ecologista y unos decorados naturales o dibujados absolutamente cautivadores, completan un viaje mágico en el fondo y en la forma.