Un hombre soltero

Los Ángeles, 1962. George es un profesor de universidad que acaba de perder a su compañero sentimental en un accidente tras quince años de convivencia. La soledad que se agolpa en ese momento en su vida es lo que le hace llevarla cuesta arriba. Es, pues, una película sobre el dolor, el desamparo, el derrumbe. Y sobre una casa de ensueño y un armario repleto de camisas. No en vano, esta versión de la novela de Christopher Isherwood publicada en 1964, está dirigida por Tom Ford (Austin, EE.UU., 1961), que ha sido cocinero antes que fraile, es decir, diseñador de ropa y complementos (en Gucci, y ahora con su propia marca), antes que cineasta. Protagonizada por Colin Firth (Shakespeare in love, La joven de la perla), que obtuvo con este papel el premio al mejor actor en el útlimo festival de Venecia, cuenta también con la aparición de Juliane Moore (Lejos del cielo, El fin del romance). Es un film con un impecable look (decorados, encuadres, movimientos, colores) en el que hay una historia de duelo y tristeza que va transcurriendo entre conversaciones con alumnos que le hacen la pelota, sorbos de ginebra y confidencias con una fiel amiga, recuerdos que se agolpan en la memoria y un cajón de escritorio que guarda una pistola.