Olivenza

Nuestro siguiente destino fue Olivenza, pueblo muy cerca de la frontera con Portugal, motivo de disputas, que cuenta con tres hermosas iglesias: la de la Misericordia (con su maravillosa azulejería en la capilla al lado de lo que fue un hospital y hoy asilo), la de Santa María del Castillo (s.XVI-XVII, con su alegoría del árbol genealógico de la Virgen y los doce reyes de la casa de Judá) y la de la Magdalena (s.XVI, con sus esplendidas columnas manuelinas, que deben su nombre al rey Manuel I de Portugal). Fortificada toda la ciudad destaca la Puerta del Calvario, con su túnel por el que salieron, vencidas, las tropas portuguesas en 1801 durante la Guerra de las Naranjas. Espectacular la Torre del Homenaje (desde sus 37 metros de altura se divisa toda la población) y muy interesante el Museo Etnógráfico González Santana, con utensilios y herramientas de los oficios de la vida rural extremeña. Nos hospedamos en el agradable hotel Palacio Arteaga, un palacete del s.XIX con un patio señorial donde desayunábamos de cine. En el Palacio Municipal, una puerta gótico-manuelina muy original. Probamos un delicioso jamón ibérico de bellota (Montanegra, de Nogales) y un sorprendente cava (Vía de la Plata, de Almendralejo). Y, por supuesto la genuina Técula Mécula, que resulta ser un postre a base de almendra, huevo y tocino que sólo venden en Casa Fuentes. Alcornoques, olivos y viñas alegran el paisaje.