lunes, 24 de marzo de 2008

Pozos de ambición

Basada en la novela Petróleo del estadounidense Upton Sinclair publicada en 1927, el director Paul Thomas Anderson (Boogie Nigths, Magnolia) nos cuenta la historia de un pionero de California que busca el oro negro pagando el precio que haga falta y llevándose por delante todo lo que le molesta. Avaricia, mezquindad y odio pululan por esta historia de un padre y un hijo que no llegan nunca a entenderse, de un pobre rico que da miedo sólo con oirle hablar, de esos hombres con ojos dulces, sonrisa constante y corazón de serrín. Daniel Day-Lewis (Londres,1957) pone rostro a ese magnate que echa la culpa a Dios de la inseguridad laboral de su empresa y lo hace tan bien que se llevó su segundo Oscar hace un mes. Ya lo había ganado en 1989 por Mi pie izquierdo (aquí también se rompe la pierna izquierda y luego cojea algo para darle más entidad al papel) y luego lo nominaron por En el nombre del padre y Gangs of New York. La leyenda dice que hubo un tiempo que se retiró del cine para hacer zapatos en Florencia. La verdad es que es un actor un poco raro. Pero genial. La película dura dos horas y media y es apasionante: esos paisajes áridos y vírgenes que uno adivina que, con el tiempo, se convertirán en el mundo moderno que ahora soportamos.

4 comentarios:

Jordicine dijo...

Todavía no le he visto, pero como dices tú, Daniel Day-Lewis es rarillo, no me acaba de gustar.

Pedro Jorge dijo...

¿Sabes que me gustó mucho de la cinta? El intercambio de humillaciones. Primero, Eliah humilla a Daniel obligándolo a confesarse creyente ante una multitud (para lograr el beneficio de una tierra con petróleo); al final, Daniel cobra venganza y humilla a Eliah obligándole a confesar a gritos que Dios es una superstición. La diferencia es que en la segunda, nadie los oye.

Deme, tienes una cosa para ti en mi Blog.

Nat dijo...

Hay pocos actores tan creibles como Daniel Day-Lewis...Me encantó en En el nombre del padre y mucho más en Mi pié izquierdo. Además fue un niño que casi abocado al fracaso escolar encontró en el teatro una motivación y una identidad..
Tengo pendiente ver su última película.
Besos

Rui Caetano dijo...

Interessante.