Ginger

Es un restaurante de los que no hacen reservas, así que te tienes que poner en la puerta y hacer un poquito de cola, luego te colocan en unos sillones de diseño monísimos, todo muy de espejos y las mesas un poco juntas, verdaderamente. Está en la Plaza del Ángel, 12, al lado del Café Central, donde estuvieron los llorados Almacenes Arias y nos llamó mucho la atención que todos los camareros eran filipinos (o nos lo pareció así). Es comida mediterránea y te puedes pillar tres platos, agua mineral y pan por 23 euros. Nosotros pedimos: ensalada de búfala, anchoas, champiñones, tomate seco y parmigiano; tempura de langostinos con espuma de soja; rollitos de ternera con jamón y salsa de colmenillas; escalopines de pollo con patatas paja; tarta de manzana y crema de leche y pastel de toffee con salsa de café y ron. El servicio es rápido, los platos son abundantes y la decoración del local es muy elegante, lo único es que te sientan muy pegado a los de al lado (que dependiendo quien sea puede tener su gracia), si vas dos te ponen en esas mesitas en la que uno va al sofá general y el otro a la butaca. De este estilo y, parece ser, que de los mismos dueños hay otros en Madrid y muchos en Barcelona. Y uno en Filipinas, lo que no deja de llamarme la atención.